He aquí que un hombre entró en una pollería. Vio un pollo colgado y, dirigiéndose al pollero, le dijo: - Tengo esta noche en casa una cena para unos amigos y necesito un pollo. ¿Cuánto pesa este?
El pollero repuso: - Dos kilos, señor.
El cliente movió ligeramente la cabeza en un gesto dubitativo y dijo: - Este no me vale entonces. Sin duda, necesito uno más grande.