Cuando era una niña, allá por los inicios de la década del 60, vivía con mis padres en David, provincia de Chiriquí. Después, nos mudamos a Penonomé en 1967.
De aquellos años de mi primera infancia recuerdo como si fuera hoy, que íbamos en familia a bañarnos en el río La Cristóbal; también a un charco llamado El Recodo, además de uno conocido como Los Ladrillos.
Los tres quedaban muy cerca del barrio de San Mateo, donde vivíamos.
En La Cristóbal había lajas y guabitas cansaboca. Era una delicia bañarse allí.