Señora Moza, estoy confundida y por eso necesito que usted me aconseje sobre algo que me mantiene preocupada de hace meses.
Tengo 28 años, no me he casado, no tengo hijos; mi trabajo es bastante dinámico, nunca me aburro, es lo máximo, pero cuando llego a la casa todo cambia.
Una enorme sala vacía, sin nadie que me espere, es con lo que me encuentro después de salir de mi trabajo.
A veces me siento sola; tengo un novio que lo veo cada ocho días; el poco tiempo que comparto con él es para discutir temas que no tienen nada que ver con la relación.