Una enorme piscina. En esto se convirtió la calle 54, San Francisco, tras los fuertes aguaceros que azotaron la ciudad capital, la tarde de ayer.
La escena parecía un documental de desastres naturales, sin embargo, era la realidad que vivían las personas que transitaban por el lugar, a eso de la 1:15 p.m.
Los trabajadores de las empresas ubicadas en esa calle salieron asombrados para ver cómo el agua subía.
Los conductores de los vehículos no sabían que vía tomar, otros por el caos del tranque se regresaban, y los más arriesgados intentaban cruzar el charco.