¿Cómo anda, señora Moza? Mire que he decidido escribirle luego de pensarlo mucho, ya que no soy hombre de contar mis intimidades. Ni a mi familia le digo lo que me sucede.
Soy Juan y tengo 45 años, una esposa muy bonita y dos hijos que están en primaria.
Trabajo mucho para que a mis hijos no le falte nada y para que mi esposa no moleste.
Lo feo del asunto es que mi esposa pide mucho. Tengo un buen salario, pero piensa que soy millonario; a diario me pide plata para comer, a pesar de que le hago supermercado.