Sus manos, más que para armar muebles, sacar cuentas o sostener una cámara de video fueron diseñadas para dar golpes arriba de un tinglado.
Desde muy pequeño se dejó seducir por el pugilismo. En el momento que se colocó por primera vez unos guantes, su historia empezó a cambiar.
Nacido en Maracay, Aragua, Venezuela, Liborio Solís, de 30 años, empezó su romance con el tinglado desde los ocho años. El cupido de este gran amorío fue su papá, Ceferino Solís, el gran héroe del actual campeón interino supermosca de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB).





