Mi profesión como periodista me ha dado grandes satisfacciones, pero también me ha robado momentos preciados al lado de mis hijas. Días atrás me llegó el primer pase de factura, cuando la más grande me reclamó el poco tiempo que paso con ellas.
Escucharla me hizo volver al pasado, cuando apenas ella tenía tres meses y tuve que dejarla en manos de su abuela para regresar a mi trabajo. Ella lloraba mi ausencia y yo me la pasaba con el corazón hecho añicos, extrañándola y ansiosa por volver a casa para tomarla en mis brazos.