Un pavo real convidó a una grulla a un festín suculento. Durante el banquete, se puso a discutir con los comensales acerca de cuál de los dos poseía mejores dones personales.
Abriendo el pavo real su cola, decía que aquel abanico de finísimas plumas no tenía en el mundo otra cosa que le igualara en perfección y hermosura.
- Ciertamente respondió la grulla, confieso que eres más hermoso que yo, pero si tus plumas son más vistosas que las mías, en cambio no te sirven para volar.





