Un día un hombre supo que Dios iba a visitar su casa. Al ver que estaba desordenada y sucia, salió desesperado a la calle a pedir ayuda sin conseguir que nadie aceptara.
Empezó a sacudir los muebles que estaban llenos de polvo y en medio de ese polvo vio a un hombre que se ofreció a ayudarlo. Él le dio las gracias y juntos empezaron la tarea.
Cuando terminaron, el hombre agradecido por la ayuda del otro le pidió que se quedara para que él también le diera la bienvenida a su ilustre visitante.