Hace poco me armé de valor y decidí tomar el volante para enfrentarme al desquiciante tráfico de la ciudad. Como novata me falta pericia, pero me sobra precaución, así que no hay pito, gestos ni malas caras que me roben la calma.
En el cambio de pasajera a conductora he podido ver lo desordenado que manejan muchos panameños, mientras que yo, en mi afán por hacerlo bien, me siento una nerds del volante. No quiero creer que todos empezaron como yo y que la mala acción de los demás los llevó a conducir como locos.





