Llega un momento en la vida en que de nada sirve ostentar un título universitario o una carrera exitosa si ello no va acompañado de humildad, consideración con el prójimo o solidaridad humana.
Esto es aún más importante si se trata de un médico. No hay que olvidar que un profesional de la medicina es el encargado, no solo de curar el cuerpo, sino de dar alas al espíritu de un paciente. Por eso, es clave en su relación con él hablarle con sinceridad, pero con precaución, con consideración, y poniéndose en sus zapatos.





