El caso de la nana ladrona me recordó las experiencias desagradables que viví con las niñeras de mis hijas. Quien tiene hijos sabe el terror que se siente dejarlos en manos extrañas, sobre todo cuando son pequeñitos y ni siquiera hablan para poder defenderse.
El caso de Eduviges es de telenovela; ella venía de Guázaro, un pueblo costero al norte de Veraguas, tan lejano e inaccesible que su gente, para poder conectarse con la civilización, tiene que caminar días o viajar muchas horas vía marítima.





