En el año 2007 se llevó a cabo un curioso experimento. Colocaron a Joshua Bell, uno de los más importantes violinistas actuales, junto con un violín Stradivarius de 1713 en una estación del metro de la ciudad de Washington, en hora pico.
Durante su concierto en el metro, que duró unos 45 minutos, casi nadie pudo percibir la hermosa melodía ni quién era aquel que la tocaba. La gente tenía demasiada prisa para detenerse. Llegaron a pasar por delante de él más de mil personas, 27 le dieron dinero y solo cinco se pararon a escucharlo durante unos minutos.





