¿Se han dado cuenta de que los coros, poco a poco, han ido desapareciendo?
¡Qué lástima! Cuando era una adolescente -insisto en que hace poco tiempo- pertenecer al coro del colegio era un privilegio, pero además, una diversión sin límites.
Que conste, que yo estaba allí porque el profesor de música Porfirio Méndez, del colegio Angel María Herrera de Penonomé, me tenía en alta estima. No hay otra explicación, porque yo, con suerte, puedo cantar Los pollitos. Nada más.





