Un muchacho entró apresuradamente dentro de una estación de servicio y le preguntó al encargado si tenía un teléfono público.
El encargado asintió con la cabeza. Seguro, allí está.
El muchacho introdujo algunas monedas, marcó un número y esperó la respuesta. Finalmente alguien le contestó.
Un señor, dijo con voz profunda, ¿podría serle útil un muchacho honesto, buen trabajador, para laborar con usted?
El encargado no pudo evitar oír la pregunta.





