Lo más triste de ese caso es que destruye su vida familiar, social, laboral, entre otros factores.
Bajo este espectro, y debido a la presión social, la OMS explica que el nivel sociocultural, los complejos que tienen los hijos y la falta de diálogo familiar en el hogar, hacen que, de cierta manera, la mayoría de las personas estén a merced del uso de estas sustancias.





