A eso de las 11:30 a.m., ya estaba sentado en su silla sentenciado el líder guerrillero panameño Victoriano Lorenzo para su fusilamiento.
En frente su nieto José Rodríguez Lorenzo, observaba tal injusticia, que se daba en Las Bóvedas, en la Plaza Francia del Casco Antiguo.
El general, quien fue fusilado por aglutinar a los mestizos de la época y luchar por el bien social de ese sector, aguardaba sus últimos minutos de vida al escuchar la orden de fuego.