Comprar carros para venderlos por piezas, ya no es muy rentable para los conocidos rastros, pues hay mucha competencia que hasta algunos dueños de estos locales han pensado en cerrar.
"El Chapulín", como es apodado Julio Castillo, dueño de un rastro, ubicado en el distrito de Arraiján, contó que luego de 15 años al pie de su empresa ha decidido cambiarlo por el negocio de las grúas.
"Las ganancias no son las mismas, ya que el mercado está saturado. Esto no resulta como antes", reveló sin pensarlo.





