Cuando se le ocurrió a Hilbert Marko la "feliz" idea de hacer unas travesuras, confiando en que estaba temporalmente soltero -con el exceso de confianza que caracteriza a los hombres con complejo de Adonis, que cuando quieren conquistar a una mujer que los trae locos se juegan todas sus cartas, porque se creen irresistibles, emprendió tal empresa- jamás se imaginó el enredo que se le iba a formar.
Quedó como un gusano atrapado en una telaraña.





