Derrota en el clásico nacional (2-0) y Plaza Amador tocaba fondo. El eterno rival (Tauro FC) le había dejado el orgullo muy herido. Las soluciones se perdían en la oscuridad de días penumbrosos. Era esa la triste película que protagonizaban en febrero pasado el técnico colombiano Jair Palacios y sus dirigidos.
El conjunto placino necesitaba más que nunca un respiro, un salvavidas, un golpe sobre la mesa que le permitiera revertir el oscuro presente.





