El sueño de Alejandra Figueroa como regalo de quinceaños era muy singular, emotivo.
Ella le había pedido a su padre, Pedro Enrique Gudiño, conocer a su abuelo, quien aguantó este momento para esta ocasión especial.
Siempre había escuchado a sus amigos hablar de los abuelos como seres especiales, pero ella no había tenido esa oportunidad.
Si bien es cierto Alejandra se había comunicado con este familiar vía telefónica, no era lo mismo en persona, alegaba.





