Sin poder ocultar su orgullo, Leovigildo Rodríguez narró que a escasos dos meses y medio para el viaje a Pasadena, recibió en su taller a miembros de la banda preocupados porque en otras sastrerías no habían recibido respuestas para la confección de los uniformes.
Dos meses y medio era muy poco tiempo y los sastres en la región escasean, era difícil porque estaban en época de fiestas patrias, cuando todas las bandas del país mandan hacer uniformes nuevos, dijo Rodríguez, quien en ese momento aceptó el reto, el cual concluyó con éxito.





