Hace ya mucho que la utilidad del corcho dejó de limitarse a los tapones de botella. Desde paraguas, lavabos, lámparas y muebles hasta casas de pájaros o cartas de amor, la creatividad es el único límite de las empresas portuguesas que apuestan por la versatilidad de un producto cada vez más apreciado.
Procedente de la corteza del alcornoque, que se retira cada nueve años sin necesidad de cortar el árbol, el corcho es la materia prima elegida para productos diversos y que sorprenden a muchos.