Ya a pocos días del Domingo de Resurrección, la celebración del Jueves Santo se inicia con la misa del Santo Crisma, que es una de las principales manifestaciones de plenitud sacerdotal del obispo y como signo de la unión estrecha de los presbíteros con él.
Durante la celebración se consagra el Santo Crisma y se bendicen los óleos de los catecúmenos y de los enfermos.