Albergue improvisado. Una almohada, una pequeña cobija y el duro piso del gazebo del Parque Urracá les sirven de hogar a unos extranjeros que llegaron al país en busca de un mejor futuro.
Como en su propia casa, uno de ellos se rasuraba la barba y sacaba los vellos de la prestobarba golpeándola contra la pared, luego, agarrando una botella de agua, se limpió el rostro sin importarle que estuviese en un sitio público. A un costado de él, dos personajes más dormían plácidamente, ya que hasta los ronquidos se escuchaban a lo lejos.