Todos hemos experimentado la ira alguna vez en nuestra vida, incluso algunos disfrutan de ella. La ira es una emoción y puede convertirse en un obstáculo al crecimiento espiritual y es capaz acoger muchas formas: gritos, agresión, respuestas cortantes, tonos hirientes, entre otras muchas cosas.
¿De dónde procede la ira? Si examinamos esta poderosa emoción, hallaremos que gran parte de ella realmente procede del miedo a no poder controlar el resultado de una determinada situación o las acciones de los demás.