No hay cosa más desagradable que entrar a un baño y que esté sucio. Para nadie es una novedad encontrar (por lo menos en Panamá), un baño público decente. Pero lo peor es cuando uno entra a un sanitario de alguna institución o empresa privada y se encuentra con unas escenas que realmente compadezco a las señoras de la limpieza.
Dicen que así como uno se comporta en la calle, lo hace (y hasta peor) en la casa. Es entonces cuando me pongo a pensar en que no quisiera ir a donde vivan aquellos que hacen sus cochinadas en los baños y se van como si nada.