Un torbellino venezolano fue lo que tuvo que enfrentar, el pasado 10 de diciembre del 2011, el púgil mexicano José Salgado.
Liborio Solís salió aquella vez a conseguir lo que desde pequeño deseaba: una corona mundial.
En el Palenque de la Feria de Tepic, Nayarit, en México, el peleador de Venezuela dejó su huella al momento en que venció por decisión dividida al peleador azteca y al adjudicarse delante del público mexicano el cinturón mundial interino supermosca (115 libras) de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), el cual hasta el sol de hoy, permanece en sus manos.