Don Roque tocó la puerta de la casa donde vivía su hijo con su familia. -¡Hola papá! ¡Qué milagro que vienes por aquí!
-Sabes que no me gusta molestarte, pero me siento muy solo, además, estoy cansado y viejo, ¿no te molestaría que me quedara a vivir con ustedes?
-¿Quedarte a vivir aquí?, sí... claro... pero no sé si estarías a gusto, la casa es chica, mi esposa es muy especial y los niños...
-Mira hijo, si te causo muchas molestias olvídalo, no te preocupes por mí...





