Calle 7, como "show" diario, por alguna extraña razón -que el día que conozca a Juan Carlos Barreiro y Gaby Arias les preguntaré- se convirtió en una especie de bazofia televisiva disfrazada de "game show" y sentarse a verlo generaba, por lo menos en mí, asco.
Sí, porque de ser, reitero, el mejor "game show" de la televisión nacional, se convirtió en esa cosa horrenda donde encuentras marido o mujer, peleas como chusma de patio limoso, se anuncian embarazos, bodas, y lo último, pero bien último y hasta menos importante, pareciera, es la competencia.
Parece que se hubiesen contagiado de ese virus horrendo que generaba vómitos y diarreas que era ver Esto es Guerra de TVN en sus inicios porque la diferencia entre uno y otro era muy poca. Ambos "shows" han quedado siendo como la sucursal televisiva de una agencia de buscar parejas o un juzgado de familia donde se ventilan los problemas de alcoba y otros de quienes ahí participan.
Lo cierto es que esta semana fue la final de temporada de este formato de pantalla Telemetro y sus productores nos regalaron un "show" con la esencia Calle 7. Un "show" competitivo, un "show" en el que sus finalistas junto a la producción centraron la participación de sus talentos en la competencia dura y el resultado, independientemente de quién ganó y quién no, fue recordarnos lo que realmente es Calle 7, una competencia de verdad.
Yo, que en el último año he sido un crítico duro de este proyecto que defendí desde el día uno, no dejo de sorprenderme con el poder de convocatoria que tienen al lograr que más de 7,500 personas compren boletos y asistan a ver su final.
Y es que la final de Calle 7 Panamá, como producción, es abismalmente diferente a cualquiera de la de los otros países donde se produce esta franquicia.
Si usted no lo sabe, le cuento para que no se deje influenciar o, peor aún, engañar, por ese poco de gente en redes sociales que habla sin saber o atacan esta final porque tienen otras agendas detrás.
Calle 7 Panamá es el único cuya final se realiza en un gimnasio con la capacidad de la del Roberto Durán y donde la gente paga por ir. Solo eso, ya lo hace un éxito regional. Y esto es muy sencillo, nadie en su sano juicio paga por ir a ver algo que no le gusta, que no le llama la atención o que considera malo. ¿Qué otra producción local se atreve a hacer esto? Ninguna.
Es ahí donde está el éxito de las finales de Calle 7 Panamá. Nos hacen recordar la competencia de verdad, el esfuerzo por llegar a ser los competidores finalistas, la dedicación y lucha para llegar a ser quienes se peleen ese campeonato y, sí, la solidaridad de compañeros de equipo y familiares.
Y aquí quiero hacer una pausa para que reflexionen como televidentes, pero también sus productores. Pueda que a usted le guste o no el "show", pueda que usted se entretenga o no con él, pueda que usted quiera ver más nalgas, músculos y pleque pleques que dinámicas, pero el mensaje de competencia sana y limpia que dejan los 4 finalistas en cada una de sus finales es lo que nos urge como país rescatar. ¿Vio usted el gesto de solidaridad de la competidora Sara frente a Yoani cuando se sintió mal a sabiendas de que eso la podía hacer perder? ¿Analizó el mensaje que hay detrás de ese gesto con el que además de tener la posibilidad de perder el campeonato, podía perder 7,000 dólares? ¿Entiende ese mensaje en un país donde "parece" que se han perdido muchos valores y "parece" que el dinero y la ambición son más importantes hasta que la familia o la amistad? Piénselo. Analice. Comprenda el mensaje tan profundo como estremecedor que eso significó.
Este es uno de estos "shows" en el que vuelvo a ver a "la maquinaria Telemetro" en acción. Como producción técnica fue buena, aunque yo mejoraría varios aspectos de su dirección de cámaras o ubicación de ellas para captar momentos importantes que se perdieron. Su equipo humano hizo un trabajo maravilloso desde ese momento de las tomas áreas para hacerlo sentir muy importante, pasando por esas competencias de resistencia pura y dura, hasta la movilización y creación de estructuras tan grandes y que no se diera, en ninguna de sus temporadas, un solo accidente. Fue un detallazo con un grupo de su audiencia tener un área vip también elevada porque eso involucra, pero también emociona a quienes lo vivieron. Sus conductores le inyectaron correctamente los diferentes ritmos emocionales a los momentos exactos, lo que ayudó a que el "show" no se cayera ante los bajones de salud de Yoani y Facundo, que evidentemente bajaban el ritmo del "show". ¡Buen trabajo!
Personalmente, estoy harto de ver al Sr. Daniel llegar a la final, es más, ¡de verlo en el "show"!, pero también entiendo que es parte esencial de esa propuesta, que tiene muchos seguidores y que se ha ganado llegar ahí, pero más allá, reitero, de quiénes ganaron, la final de Calle 7 debe invitar a sus productores a analizar lo que nos presentan en la semana y la competencia verdadera que son sus finales. Vuelvan a la esencia, demuestren diariamente que la competencia es de verdad.
- estoy harto de ver al Sr. Daniel llegar a la final, es más, ¡de verlo en el 'show'!