Calle 7 ¡no decepcionen!
Esto no tiene que ver con arrogancias ni egos y mucho menos prepotencia como algunos dirán o pensarán. Pero si hay una persona que defendió a Calle 7 de Telemetro desde su inicio, ese fui yo. Si hay una persona que le ha dado palo a Calle 7 desde que su producción se volvió loca y empezó a inventar romances y peleas asquerosas, ese también fui yo y, sobre todo, si hay alguien que ha aplaudido sus finales y que la disfruta y recomienda por buenas, ese he sido yo, por eso cuando esta semana empezó a correr la promoción de expectativa sobre la final de la novena temporada y días después uno de sus host anunció que no sería en el gimnasio Roberto Durán entré en pánico y quedé en pausa emocional.
Sí, entré en pánico, porque más allá de lo que usted o yo podamos pensar sobre el "show" y la transformación que ha tenido el mismo, para mal, las finales de Calle 7, digan lo que digan sus adversarios, dejaron de ser de Telemetro para ser de sus fanáticos, de sus seguidores, de los que se sienten rojos y los que se siente amarillos. Sus finales dejaron de ser de los competidores y Telemetro para ser de la gente. De grandes y chicos. De viejos y jóvenes.
Aunque él no lo crea porque mis últimas columnas han sido muy duras contra Calle 7 y sé que no le han gustado-, yo respeto mucho a Luciano Ciampoli, productor de televisión y encargado de esta propuesta porque lo he visto trabajar, no es un improvisado, por eso me sorprende, por el motivo que sea, que la producción de este "show" y los ejecutivos de Medcom hayan tomado la decisión de sacar la tradicional y masiva gran final de Calle 7 del Roberto Durán a los estudios Medcom de Curundú.
¿Por qué me sorprende en tiempos de recortes de presupuestos en los medios? Porque estamos hablando del único, léalo bien, único "show" de televisión que en los últimos 15 años mueve masas pagando un costo de entrada por mínimo que sea. Es más, es el único "game show" de los últimos 25 años de la producción nacional que llena el Roberto Durán, que hace que las entradas se agoten días antes del "show" y que mueve un equipo humano y técnico sin precedentes en la televisión. La última vez que se movió tanta gente en un proyecto fue con Tierra Adentro, precisamente de Telemetro cuando llegó al interior.
En otras palabras, las 9 finales de Calle 7 han sido únicas en todos los sentidos, por eso creo muy arriesgado para la marca Calle 7 ese movimiento. No lo entiendo, no lo comprendo, no me cabe en la cabeza cómo arriesgar tanto que es ganar-ganar para pantalla Telemetro, para Medcom como fábrica de productos nacionales y para Calle 7 como marca líder en "game shows" vespertinos. Sus finales se hacen a lo grande, como debe ser, y es precisamente Panamá el único país de los que tiene la franquicia que así lo hace y logra, por eso también es única.
Si usted no sabe de qué le escribo le hago un F5 a su mente. Calle 7, con todo el desastre que son sus emisiones de lunes a viernes, tiene una particularidad. Sus finales son cardiacas, son atrevidas, son competitivas, son bien producidas, con perfecto ritmo emocional, con buena dirección de cámaras, con campaña de expectativa y mercadeo correcto y, además, son en directo. No es pregrabado. Telemetro se lo toma en serio. Es un producto no fácil de producir, ni barato porque implica, entre otras cosas, movilizar mucho recurso humano y técnico. Implica mucha creatividad de sus productores locales y extranjeros para hacer dinámicas que se diferencien del año anterior, que sean más difíciles y no pendejadas que un perezoso como yo pueda hacer. Las finales de Calle 7 son precisamente, para efectos de marca, el producto más importante del propio Calle 7. ¿Ahora entiende lo arriesgado de hacer una final ripi-ripi después de 8 finales a lo grande?
¿Qué nos va a ofrecer Ciampoli y el equipo de producción de Calle 7 para hacer que una final en estudio supere una donde participan más de 7 mil fanáticos? ¿Qué espectacularidad de montaje y estructuras van a poder meter en el estudio Medcom de Curundú para superarse a ellos mismos? ¿Qué van a hacer para no decepcionar a esos 7 mil fanáticos que asistían al Roberto Durán donde ahora serán pocos los privilegiados que podrán estar en el estudio de Curundú? ¿Cómo van a lograr mantener la atención que lograban con su final si ahora hay dos finales, una de damas y otra de caballeros y en un estudio de televisión?
Este proyecto como "show" de televisión tiene ahora no solo el reto de superar a su final pasada, sino también el de demostrar que ahora, en estudio, pueden ser mejores, que pueden mover a sus seguidores fieles a verlos donde sea y sobre todo, no decepcionar. Ahora sí, la competencia la tienen de verdad entre ellos con ellos mismos. ¡Este es el reto! Luciano, en usted confío. No decepcionen, por favor. ¡Quiero una final de verdad!
las finales de Calle 7, digan lo que digan sus adversarios, dejaron de ser de Telemetro para ser de sus fanáticos.