Una noche que sanó 'Heridas': Myriam Hernández enamoró a Panamá en un concierto de otro nivel
Fue una velada para amar, llorar, recordar y cantar con el alma, como solo la diva chilena sabe provocar. Su gira “Tauro, World Tour 2025” llegó cargada de emociones y con un lleno total que confirmó lo evidente: Panamá la adora.
Por fin sucedió... y fue perfecto. Tras dos reprogramaciones y una espera cargada de ansias, abrazos contenidos y boletos bien guardados, la noche del 31 de julio quedará grabada para siempre en el corazón de miles de panameños que se entregaron por completo a la voz, al carisma y a la entrega de la gran Myriam Hernández, en la Arena Roberto Durán.
Fue una velada para amar, llorar, recordar y cantar con el alma, como solo la diva chilena sabe provocar. Su gira “Tauro, World Tour 2025” llegó cargada de emociones y con un lleno total que confirmó lo evidente: Panamá la adora.
El show arrancó con un homenaje a nuestras raíces. Un conjunto folklórico panameño y el extraordinario saxofonista Nabil Lee pusieron el sello patrio con talento y orgullo, dejando claro que la noche sería especial desde el primer minuto.
A las 10:15 p.m., el aire se volvió eléctrico. Myriam apareció en el escenario y el amor se hizo música. Una tras otra, fue desatando sus joyas: “Mío”, “El hombre que yo amo”, “Huele a peligro”, “Se me fue”, “No te he robado nada”, y “La fuerza del amor” llenaron el recinto de recuerdos, abrazos largos, ojos cerrados y labios que no dejaron de cantar.
Y hubo más: “Tonto”, “Mañana”, “Te pareces tanto a él”, “Ay amor”... Cada canción era un golpe al pecho, una caricia al alma. La gente lloró, se levantó de sus asientos, aplaudió sin parar, y vivió cada nota como si fuera la última.
Y cuando todos creían que no se podía sentir más… llegó “Heridas”. El himno eterno. El grito del alma que tantas veces nos ha acompañado en silencio. Pasadas las 11:30 p.m., el coro fue un rugido lleno de historia, de vivencias, de mujeres y hombres que se supieron reflejados en esa letra. Fue catarsis, fue aplauso, fue amor desbordado.
Myriam Hernández no solo dio un concierto. Regaló una noche inolvidable. Un abrazo hecho voz. Un espectáculo que quedará guardado en lo más profundo del corazón panameño.