El tren frigorífico traslado los restos de las víctimas del avión malasio a la ciudad de Járvok, este de Ucrania.
En ese convoy no solo iban los cuerpos de los fallecidos, con ellos se fueron sus sueños, metas y deseos que se vieron truncados por el lanzamiento de un misil que impactó su avión en un territorio en guerra.
Cada pasajero tenía una historia, una familia, algunos volvían a casa después de unas vacaciones, otros iban en plan turista y los más pequeños simplemente acompañaban a sus padres.