Unos 5,000 brasileños empobrecidos ocupan ilegalmente terrenos cercanos al estadio donde se realizará el partido inaugural de la Copa Mundial de Fútbol, diciendo que la construcción de este es culpable de la subida de la renta que los obligó a dejar sus viviendas.
Las familias viven desafiando a los insectos, la escasa alimentación y la falta de privacidad en un terreno de aproximadamente 15 hectáreas (37 acres) en las colinas del este de Sao Paulo.