Adentrarse en sus laberintos es conocer la vida bajo la tierra, un arte distinto que despierta todos los sentidos en quizás la única casa y especie de museo subterráneo de Centroamérica, que se ubica al sur de Costa Rica y es habitada por un hombre topo.
Su creador, Manuel Barrantes, de 62 años, inició este arduo trabajo hace 10 años, y con tan solo pico y pala construyó lo que hoy es una pequeña mina de oro, donde recibe a turistas y hasta enseña a niños sobre arqueología y geografía.





