José Salvador Alvarenga regresó el martes por la noche al lugar donde aprendió a amar el mar, pero el cansancio y los nervios le impidieron hablar a la multitud que fue a recibirlo.
En una silla de ruedas y vestido con una camiseta azul oscuro, pantalón caqui y tenis blancos, fue presentado por el canciller salvadoreño, Jaime Miranda, lo presentó a la multitud. Alvarenga tomó el micrófono y trató de hablar, pero se llevó las manos al rostro y no pudo decir palabra, abrumado por el agotamiento y la emoción.