Tras cumplir el sueño de ver a mi familia, ya puedo morir en paz, es una de las frases que más se han repetido estos días en el monte Kumgang de Corea del Norte, donde después de 60 años de separación cientos de coreanos han abrazado a sus seres queridos por última vez.
Un grupo de 357 surcoreanos regresó ayer a casa tras despedirse entre abrazos y lágrimas de sus 88 parientes del Norte al concluir la segunda y última ronda del reencuentro de familias divididas por la Guerra de Corea (1950-53) iniciado el pasado jueves.





