Un sabio iba caminando tranquilamente por una calle. Frente a él venía un pordiosero con un cesto de carne del matadero. El hombre dio un traspiés y chocó con el sabio que acababa de bañarse en las aguas del Ganges. Este se sintió impuro al contacto con el pordiosero y gritó:
- ¡Cuidado, me has tocado!