El gas pimienta aún se sentía en la vivienda de Esther Méndez, una de las residentes del edificio Abrahin Enrique, que como siempre quedó vulnerable ante las protestas de los institutores.
En el tercer día de euforia por sus compañeros expulsados, agregaron un motivo más: la despedida de los sextos años. Un grupo lanzaba agua a la comunidad educativa y otros piedras contra la subestación de policía. Al final, profesores calmaron la manifestación.





