Parece ser una ironía tener que escribir sobre algo de lo que muchas veces me burlé, incluso, hasta trabajé como esos muchachos jóvenes y llenos de vida, que luego de culminar su turno, inventaban una salida para relajarse.
Pero la vida me demostró que nadie es inmune a un incidente que podría pasar donde uno menos lo espera. A mí me ocurrió en un restaurante de comida rápida que visito frecuentemente en Calidonia.