José iba en su nuevo carro a mucha velocidad, porque iba tarde al trabajo. Su auto, un Jaguar rojo brillante, era una de sus más preciadas posesiones, cuando súbitamente... ¡un ladrillo se estrelló en la puerta de atrás! José frenó el carro y dio reversa hasta el lugar de donde el ladrillo había salido.
Se bajó del carro y vio a un niño en la banqueta. Lo agarró, lo sacudió y le gritó muy enojado: "¿qué demonios andas haciendo?". ¡Te va a costar muy caro lo que le hiciste a mi auto! ¿Por qué aventaste el ladrillo?".