Nada me la devolverá, decía en medio del llanto la madre de Jorlem Miller Hernández, mientras le daban cristiana sepultura ayer en la apartada comunidad de Toabre en el norte de Penonomé.
La joven de 23 años fue asesinada la noche del domingo, para robarle cuando llegaba a la ciudad capital dispuesta a su primer día de trabajo.





