Cierto día un mercader ambulante iba caminando hacia un pueblo. Por el camino encontró una bolsa con 800 dólares. El mercader decidió buscar a la persona que había perdido el dinero para entregárselo, pues pensó que el dinero pertenecía a alguien que llevaba su misma ruta.
Cuando llegó a la ciudad, fue a visitar a un amigo, quien le dijo que su vecino de enfrente había perdido gran cantidad de dinero.
El mercader fue a la casa indicada y devolvió la bolsa. Juan era una persona avara y apenas terminó de contar el dinero gritó: