Dios tomó forma de un mendigo, entró al pueblo y buscó la casa del zapatero. Tocó en la puerta y cuando el zapatero le abrió, le dijo:
- Hermano, soy muy pobre. No tengo una sola moneda en la bolsa y estas son mis únicas sandalias. Están rotas, ¿me las puedes arreglar?
El zapatero le dijo que estaba cansado de que todos le venían a pedir y nadie venía a dar.
- Pero yo puedo darte lo que tú necesitas. dijo el mendigo.
El zapatero desconfiaba del mendigo y le preguntó: - ¿Tú podrías darme el millón de dólares que necesito para ser feliz?





