Los villancicos y las casas adornadas e iluminadas para esta época navideña nos transporta a un mundo mágico que nos alegra la vida. Quitándole los tranques y el desenfreno de las compras, me encantaría que diciembre fuera interminable.
Sin embargo, el verdadero sentido de la Navidad se está perdiendo. Aspectos culturales y económicos han ido desplazando esta festividad religiosa; el tradicional nacimiento se ha ido arrinconando, mientras que Santa Claus y hasta un muñeco de nieve llamado Frosty han venido a sustituir la figura del Niño Dios.