No hay nada más confortable que pasar un aguacero en casita, acurrucado, viendo televisión o tomando una siesta... Nada de mojarse los pies con esa agua fría y, normalmente, sucia; peor aún, sin un paraguas que lo cubra, al menos, de un poco de lluvia.
Lastimosamente, la realidad es otra y el aguacero nos atrapa en cualquier parte y no nos queda de otra. Sin embargo, esto se hace peor cuando las calles de la ciudad se convierten en ríos y lagunas apenas llueve.