Cuando una mujer decide olvidar, no hay nada en el mundo que le haga cambiar.
Esa es la letra de una canción que se aplica muy bien a las mujeres que saben que valen su peso en oro y que nadie podrá jamás vencer su fuerza de voluntad.
Conozco a una joven valiente, fuerte, decidida y voluntariosa que lloraba una noche por una decepción amorosa.
Su llanto lastimero me hizo regresar 30 años de mi vida cuando, siendo muy joven, me divorcié. Fue duro, pero mis padres me habían enseñado una lección que marcó mi vida: Para amar a otros, hay que amarse a uno mismo.