Al visitar, en Semana Santa, Soná, el pueblo donde nací y crecí al lado de mi familia, vinieron a mi mente tantos recuerdos, que hoy, viviendo en una ciudad de cemento, extraño:
- La abundancia de mariposas, que ahora en la ciudad no veo.
- Los totorrones en tiempo de Semana Santa que en la ciudad no escucho.
- El cantar de los pajaritos. En la ciudad me trauma el chillido de los talingos.
- El olor a tierra mojada cuando caían las primeras lluvias.
- Las ciruelas que tiraba al suelo con piedra, palo o lo que encontrara.