No obligues a los pequeños a afrontar su miedo en solitario.
Este es un tremendo error. Nunca obligues a tu hijo a entrar a oscuras en su habitación si no quiere hacerlo. Provocarás un aumento de su ansiedad y contribuirás a alargar ese miedo e incluso a perpetuarlo.
No le des demasiada importancia.
Si cada vez que veas un perro te interpones entre tu hijo y el animal e insistes en que tu lo defenderás, el niño acabará pensando que todos los perros son realmente peligrosos y no podrá superar ese sentimiento.