Algunas manifestaciones que nos pueden hacer pensar a los médicos que nos enfrentamos a alguna intoxicación son: Inicio agudo, previo buen estado general; etiología o causa desconocida; cuadro clínico que no corresponde a enfermedades habituales; cuadro clínico que no responde al manejo habitual.

De allí la importancia del nivel de sospecha por parte del médico, cuando el paciente llega al Cuarto de Urgencias, y de que los padres nos proporcionen la mayor cantidad de datos que nos sirvan como apoyo para el diagnóstico.

Datos de importancia son el tipo de sustancia ingerida (preferible llevar la sustancia o envase al hospital); cantidad de sustancia ingerida; hora en que ocurrió la ingesta; síntomas presentados por el paciente; medidas tomadas por el familiar posterior a la ingesta de la sustancia.

Esto es en el caso de niños que se intoxican en forma accidental, pues en el caso de adolescentes, es más complejo, ya que usualmente lo hacen en sus habitaciones, en horas en que pueden estar solos y los padres se percatan del hecho después de que ha ocurrido el mismo. El adolescente puede presentar cambios súbitos en la conducta, letargia, agitación, delirio o convulsiones.

Una medida muy común es darle leche al paciente y provocar el vómito, pero en el caso de la ingesta de sustancias cáusticas (kerosene, potasa, ácidos o álcalis fuertes), el vómito está contraindicado, ya que esas sustancias pueden erosionar el esófago cuando se provoca el vómito.